En positivo aprendemos mejor
viernes, 14 de agosto de 2015
Declaración de principios
Objetivo adopción
Desde Dog Calm Educación Canina, Audio Gil y ARGOT estamos dispuestos a llevar a cabo un programa para mejorar la vida estos perros y de las personas que trabajan para encontrarles una nueva familia. A través de la educación canina desde el respeto ayudaremos a favorecer adopciones exitosas. #FacilitaLaAdopción
Clica aquí para consultar las bases del programa objetivo adopción
Retomando el blog
jueves, 1 de mayo de 2014
Hasta siempre SAM
Algo más de 10 años que no hubieran sido lo mismo sin ti… cuanto nos has hecho aprender y enseñado a amar.
Sabio y paciente Sam, y si, a veces un poco cabrón.
Impresionante y perfecto desde antes de abrir los ojos hasta que tu cuerpo no pudo más… Meses para asegurarte que seríamos capaces de vivir sin ti, no te negaré que es complicado.
Dicen que hay un puente que queda entre el Paraíso y la Tierra llamado el puente del Arco Iris, dicen que cuando un animal ha sido especialmente amado por alguien y muere va allí.
Dicen que no falta espacio, ni comida, ni agua, ni sol y que nuestros seres queridos están cómodos, que se recuperan si estaban enfermos, que están en un estado óptimo como lo estuvieron en un pasado.
Dicen que están felices y contentos… salvo por lo que dejaron atrás.
Dicen que juegan y se entretienen juntos hasta que ven la llegada de su ser especial que dejaron en la tierra para terminar cruzando juntos.
¡¡Lo tendrás difícil Sam!! Aquí hay muchos seres especiales que te queremos, personas y perros.
Disfruta del sol y de la comida. Gracias por cuidarnos.
Te quiero.Te queremos.
domingo, 12 de diciembre de 2010
La fractura de "lo correcto"
A menudo hablamos sobre la empatía, puede que la palabra nos suene de algo, que tengamos claro que es la “Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro”, la capacidad de ponernos en su lugar… parece fácil ¿no?
Habitualmente pensamos que es “correcta” la relación que tenemos con los perros con los que convivimos, siempre ha sido así, por lo tanto “debería serlo”. Podríamos, o deberíamos, ya que disponemos de la capacidad de hacerlo, ponernos en su lugar e intentar comprender como se sienten. Os invito a jugar.
El día a día
“mi perro está bien aquí, tiene un gran terreno por donde correr y jugar, no le hace falta salir a pasear” Bien, imaginemos que estamos en una gran mansión, tiene muchas habitaciones, muebles bonitos, un cómodo sofá, bonita cocina, jacuzzi,… El inconveniente es que no podemos salir de ahí, no disponemos de libros, tv, radio, compañía, y todos los días comemos un extraño preparado.
Preguntas a tener en cuenta: ¿Cuánto tardaríamos en enfermar física y mentalmente? ¿Cómo reaccionaríamos ante una visita inesperada? Si un día logramos salir ¿sabríamos relacionarnos con el resto de personas, olores, sonidos…? ¿Seríamos capaces siquiera de lograr escuchar un “tranquila, no sucede nada”? ¿Cuál sería nuestro nivel de miedo, de alerta? Son muchas las preguntas que nos podemos plantear.
Caricias y manipulación
“acaricio a mi perro cuando, donde, y en el momento que quiero, tiene que aceptarlo porque si” Si estás conforme con esta afirmación, te ruego que hables con tu pareja, madre, padre, hijo/a, o amigo/a y le pidas que se comporte así contigo durante unas horas… Ni siquiera de la persona que más queremos nos apetecen caricias en cualquier momento, aun menos si le dices “relájate” y sigue “molestando”… pensemos un poquito.
“al perro esto le encanta” Esta es una de las afirmaciones más peligrosas que conozco, y una de las que acaba por respetarlos menos. Aquí recomiendo encarecidamente informarse y lograr reconocer el lenguaje de los perros: LAS SEÑALES DE CALMA*, la forma que tienen de comunicarse entre ellos y hacia nosotros, el lenguaje que conocen, con el que se calman a sí mismos, transmiten calma, hacen que otros se sientan más seguros y sepan sus intenciones, permite un ambiente armónico entre ellos, evita pelas… ¿¿Seguro que al perro le encanta??
Correcciones
Muchas relaciones se basan en eso. “Sigue leyendo, no, no vayas tan rápido, espera, te has saltado una palabra, pero pon recta la espalda, así te vas a dejar los ojos, shhhh, ehhhh, no te muerdas las uñas, no cruces las piernas, que te he dicho que pongas recta la espalda, es que no escuchas, ¡que te he dicho que así no!, no gires la cabeza, sigue leyendo, pero relajéate que no te estoy diciendo nada malo, hazme caso de una vez, la espalda más recta, eres más desobediente… Esto sería el equivalente a las “correcciones” que se les hace habitualmente a los perros, pero mucho más suave. Como hemos visto, incomodan (por decirlo suavemente) y mucho. ¿Somos conscientes de todo el daño que podemos causar con las correcciones?
Ordenes
Ven, sienta, espera, quieto,… a simple vista algo necesario en algún momento, entonces ¿puede resultar eso malo? Juguemos con distintos factores a tener en cuenta:
1. ¿Cómo lo han aprendido? Pídele a una persona que te siente a la fuerza en un momento inesperado a la vez que te dice ¡sienta!, terminado el ejercicio siéntate y verás cual es el “recuerdo o imagen” que te viene al sentarte ¿es agradable? ¿lo seria que esa persona te volviera a decir sienta? ¿y otra? Ahora que te lo pidan de forma amable, por favor y que te den las gracias ¡menudo cambio!
2. Para que lo usamos. Se puede usar para facilitar la convivencia y se puede usar para ponerle una zancadilla al día a día de nuestro compañero (aun habiéndolo aprendido de forma amable) Imaginar que os levantáis por la mañana y la persona con la que convivís empieza: ven aquí, comete el desayuno, ven al baño que tengo que peinarte, pero siéntate, estate quieta, vamos que tenemos que ir a comprar ponte tu bolso, espera que no sé donde tengo las llaves, no bajes tan rápido las escaleras, aquí junto, no mires los escaparates, junto, ¿Cómo que vas a saludar a tu amiga? Siéntate y quieta.
Juguemos también con
Collares y arneses: Los hay de varios tipos, incluso para torturar. ¿Nos resultaría cómodo pasear siempre atados? ¿Y si encima nos ahogamos, pinchamos o electrocutamos?
Pasear siempre en los mismos lugares, viendo las mismas cosas, la misma gente…
La obligación de ir al gimnasio, aunque necesitemos descansar.
Castigos, golpes, “toques”.
La incomprensión de nuestro lenguaje por parte de los demás, lo difícil que nos resulta que nos dejen en paz…
Os invito a jugar con las cosas, situaciones, y relaciones con vuestros amigos de cuatro patas, os invito a fracturar mitos y costumbres que no llevan a ningún lado… salvo a la incomodidad.
Aprendamos de y con ellos, son unos grandes y ejemplares maestros. Como poco, se merecen un poquito de educación por nuestra parte.
*Lectura recomendada: El lenguaje de los perros. Las señales de Calma. Turid Rugaas, kns ediciones
Cinta Marí
¿Comportamiento inadecuado?
Es fácil cruzarnos con personas que se quejan del comportamiento de sus perros, dicen que son desobedientes, que hacen lo que quieren, que no se comportan adecuadamente, etc. A veces, incluso nos podemos sorprender a nosotros mismos en esa circunstancia.
En líneas generales nos parece comprensible que a cualquiera le resulte incómodo que su perro se abalance sobre la gente, rompa cosas, desobedezca… y que estas cosas lleven a la decisión de adiestrar al perro.
¿Cuándo comienza el adiestramiento?
El adiestramiento empieza mucho antes de que llegue a nuestra casa. Es su madre la que de forma natural se ha encargado de enseñarle, instruirle y guiarle. Esta labor es la que hacemos nosotros desde que el perro llega a casa.
No podemos dar por hecho que el perro sabe donde tiene que dormir o comer. Pero si podemos mostrarle donde está su cama, su comida, enseñarle donde puede hacer pipí, a reconocer su nombre, socializarlo, acostumbrarlo a distintas situaciones, etc.
Consciente e inconscientemente estamos adiestrando al perro desde que llega a casa. Desde su llegada tiene que aprender distintas situaciones que, aunque él no lo sepa, decidirán su supervivencia en este nuevo entorno: convivir con personas, perros, ruidos, higiene, comportamiento…
Por nuestra forma de vida, para nuestra comodidad, con el fin de lograr una buena convivencia iremos - de forma consciente e inconsciente- enseñándole cosas nuevas a nuestro nuevo compañero.
Puede aprender muchas cosas: que nuestra compañía es divertida, peligrosa, tranquila, impredecible… a sentarse, tumbarse, ponerse delante de la tele, ladrar al timbre. Cosas que le enseñaremos a propósito y otras que no.
En este aprendizaje, puede que se nos olvide algo de gran importancia, imaginemos…
Imaginemos ser pequeños y estar con papá, mamá y hermanitos. Comida, seguridad, juego asegurado, alguna norma, empezar a investigar, alguna caída, mucha diversión, mucha paz… y entonces nos llevan a un lugar con unos ¿os parece bien grandes árboles parlantes? Y sin nuestra familia. No entendemos el idioma, se mueven raro, solo con andar nos pueden hacer daño, y encima ¡no nos entienden!
¿Cómo sobreviviremos? ¿Qué tenemos que hacer para que estén contentos? ¿y para que nos dejen descansar? ¿Qué entienden ellos por jugar? ¿Por qué nos riñen por hacer pipí? ¿Por qué no podemos comportarnos como niños?
Intentamos enterarnos de que quieren por todos los medios ¡cuántas dudas! ¿Qué nos funciona? ¿Qué no nos funciona? ¿Cuándo nos hacen caso? ¿Qué es lo correcto para un árbol parlante?
¿Cuándo y por qué decidirá el gran árbol que somos unos maleducados?
No podemos dejar de pensar en ¿Cómo nos gustaría que nos enseñaran a comportarnos adecuadamente en un mundo de árboles parlantes? ¿Cómo aprenderemos de ellos? ¿Llegarán a entendernos? ¿Y nosotros a ellos? ¿Lograremos convivir?
Dentro de todo el miedo que podemos tener ante esta situación, probablemente habrá algo que llame la atención de los árboles: podemos escondernos, patalear, llorar, investigar, los árboles pueden darnos con una rama si lloramos o pataleamos o ofrecernos una mantita o un vaso de leche cuando hacemos algo que les gusta y ayudarnos así a repetirlo más veces.
Nosotros necesitamos sobrevivir en esta situación, tendremos que encontrar como agradarles, como comportarnos adecuadamente, etc. ¡y no podemos hacerlo sin su colaboración! ¡Necesitamos que nos enseñen!
Es trabajo exclusivo de los árboles informarse de que somos, que comemos, que necesitamos, como descansamos, como jugamos, como aprendemos, cuando estamos contentos, nuestros miedos… ¡Nosotros ya nos encargaremos de poner de nuestra parte!
Os invito a quedaros un ratito más en este extraño mundo de árboles, a pensar si os serviría de algo, o para que os serviría que os intentaran enseñar a “ramazos”, a pensar que podrían hacer ellos para daros seguridad, tranquilidad, bienestar, para decidir que están contentos con vuestro comportamiento….
Tras esta historia de árboles me gustaría volver al principio, al momento en que decidimos que el perro no se comporta adecuadamente y reflexionar ayudada de los “árboles” en si nosotros le hemos ofrecido las herramientas para hacerlo.
Puede tener cierto paralelismo la vida de perro en nuestra familia con la nuestra en la de la familia de los árboles, pero existen grandes diferencias.
La de los perros es real. Algunos han pasado un tiempo en la jaulita de un escaparate, con gente dando golpecitos a los cristales, sin sus madres… Otros han nacido en perreras, descampados, criaderos, villas, etc. Pensemos en ese tiempo que transcurre antes de la llegada a nuestro hogar, pensemos ser niños que pasamos por eso hasta que llegamos a la “familia árbol”
En mi humilde opinión lo último que necesitaría es que esos gigantes me gritaran, castigaran, no me explicaran las cosas… sin embargo aprendería muchísimo si me dijeran lo que les gusta de mi, se interesaran por conocerme, por saber que necesito, etc.
Lógicamente el perro (al igual que nosotros) puede aprender de distintas maneras, pero no es lo mismo que camine a tu lado por “voy a estar atento, a no dejar de mirarle, como me adelante me da un tirón, si avanzo el collar me pincha, me ahorca, estaré pendiente no sea que se enfade” a que camine a tu lado por “que guay, ¿Dónde iremos? Voy a estar pendiente de hacia donde va, ¡esto yo no me lo pierdo! ¡Como me gusta pasear juntos!
Queda en nuestra mano decidir qué es lo que queremos y como vamos a conseguirlo.
Cinta Marí